sábado, 9 de mayo de 2020


Todos los días hace lo que puede. Ejercicios antes del desayuno, lectura de los diarios, caminata en los pocos pasillos sin muebles que le permiten estirar las piernas. Después cocinar, limpiar, lavar turnándose con ella misma en las tareas. En la tarde, vuelta a revisar lo que escriben los otros, sus chistes y sus miedos, sus mínimas victorias. A veces, también pinta o escribe un par de horas y a las ocho, quizá una película.
El cansancio no encaja con lo hecho. Es un cansancio no de movimiento ni de dolor de espalda, que no se llama angustia pero pesa.

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