sábado, 30 de mayo de 2020


Lo que pasa, piensa Emita, es que con los años todo trae un recuerdo. Regar las plantas le recuerda una película francesa con un balcón lleno de luz, que vio con su primer marido la misma tarde que le propuso matrimonio. Hacerse un moño por no poder ir a la peluquería le recuerda a esa compañera del liceo que se ponía un estúpido cintillo con dos florcitas blancas. No puede ponerse a picar cebolla sin acordarse de los consejos de la abuela para no terminar llorando y hasta triste. Los merengues siempre la llevan de vuelta a la pastelería italiana a dos cuadras del colegio y al olor dulce que se sentía desde lejos. Las bandejas con canapés, a los sándwiches de apenas seis centímetros con pasta de jamón que les regalaban a los clientes de la fiambrería. “¡Qué raro esto!”, piensa mirando por la ventana la vereda vacía. “No me recuerda nada”. 

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