Lo que pasa, piensa Emita, es que con los años todo trae
un recuerdo. Regar las plantas le recuerda una película francesa con un balcón
lleno de luz, que vio con su primer marido la misma tarde que le propuso
matrimonio. Hacerse un moño por no poder ir a la peluquería le recuerda a esa
compañera del liceo que se ponía un estúpido cintillo con dos florcitas blancas.
No puede ponerse a picar cebolla sin acordarse de los consejos de la abuela
para no terminar llorando y hasta triste. Los merengues siempre la llevan de
vuelta a la pastelería italiana a dos cuadras del colegio y al olor dulce que
se sentía desde lejos. Las bandejas con canapés, a los sándwiches de apenas
seis centímetros con pasta de jamón que les regalaban a los clientes de la
fiambrería. “¡Qué raro esto!”, piensa mirando por la ventana la vereda vacía.
“No me recuerda nada”.
sábado, 30 de mayo de 2020
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