En las noches alguien hace un asado a la misma hora en
que se va a acostar. No hay cómo equivocarse; es un asado que huele a carne, a
carbón y a salchichas, mientras él acaba de conformarse con una sopa como hace
años, un pedazo de jamón algunas veces y, como mucho, queso de cabra si
consigue. Prefiere el guiso que cocinan los únicos vecinos que quedan en su
piso y que huele a orégano y cebolla friéndose, más cálido y de casa. A esa
hora, cuando tantos están solos, alguien hace un asado que llena los balcones
con un olor espeso; para él y alguien más o quizá nadie.
domingo, 24 de mayo de 2020
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