domingo, 24 de mayo de 2020


En las noches alguien hace un asado a la misma hora en que se va a acostar. No hay cómo equivocarse; es un asado que huele a carne, a carbón y a salchichas, mientras él acaba de conformarse con una sopa como hace años, un pedazo de jamón algunas veces y, como mucho, queso de cabra si consigue. Prefiere el guiso que cocinan los únicos vecinos que quedan en su piso y que huele a orégano y cebolla friéndose, más cálido y de casa. A esa hora, cuando tantos están solos, alguien hace un asado que llena los balcones con un olor espeso; para él y alguien más o quizá nadie. 

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