En la segunda salida que le permitieron en la semana,
aprovechó de caminar despacio por el barrio, demorándose en las calles vacías.
Los de siempre iban paseando a sus perros, los únicos felices con las veredas
libres. No había mucho más fuera de las rejas de las casas en las que se enroscaban
unas ramas o un asomo de flor, como si desmintieran.
domingo, 10 de mayo de 2020
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