domingo, 10 de mayo de 2020


En la segunda salida que le permitieron en la semana, aprovechó de caminar despacio por el barrio, demorándose en las calles vacías. Los de siempre iban paseando a sus perros, los únicos felices con las veredas libres. No había mucho más fuera de las rejas de las casas en las que se enroscaban unas ramas o un asomo de flor, como si desmintieran. 

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