El día en que lo dieron de alta, cuando lo llevaban en
silla de ruedas hasta la entrada del hospital, un médico tan joven que parecía
estudiante en práctica se inclinó para que nadie lo escuchara y le dijo: “Cuénteme, ¿y llegó a sentir miedo?”.
No pudo contestarle más que con una sonrisa y miró fijo
la bolsa con las cosas que le habían devuelto, para que no le viera los
anteojos empañados. Miedo es lo que sentía cuando en la noche nadie se acercaba a preguntarle cómo estaba, cuando escuchaba arrastrar una camilla. O recordando
la vista de su calle llena de sol al mediodía, que guardó tres semanas
preguntándose.
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