La abuela
va más atrás y lento, porque camina y teje al mismo tiempo. Adelante, van su
hijo y su nuera, con una bolsa abierta de chocolates y caramelos varios. Más
adelante, va Daniel, de ocho años, que se da vuelta a cada paso para sacar un dulce
y luego mira al frente, tironeado por la correa de Punky, que va a la cabeza.
No se
necesita un permiso especial para pasear durante media hora a una mascota.
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