En la cocina, siempre
tres papeles: qué hacer hoy, mañana, la próxima semana. El primero se llena de
tachados, de borrones, de manchas, y termina, cuando le corresponde, en la
bolsa de papeles. El segundo, un poco más preciso, incluye compras, llamados,
urgencias, subrayados. El tercero, impecable, tiene tres títulos hoy día: lavar
ropa, limpiar todo (como si todo pudiera resumirse), llamar a los más solos.
Un espacio después, sin
días y sin fechas; un espacio tan en blanco que amenaza. Y al final, un final
que casi no se lee, un “retomar” sin más explicaciones. Para cuando se pueda.
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