Todos los días a las
nueve los vecinos se acercan al balcón y aplauden en un coro a los que están
ayudando a los enfermos. Él es una silueta en la ventana, la luz al fondo, la
noche por delante, tan elegante y fijo que si no fuera gato demoraría poco en
desplomarse. Los aplausos se apagan. Él sigue ahí, escuchando.
martes, 24 de marzo de 2020
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