Hace unos meses, aprendió
muy feliz y sin que nadie lo ayudara a mandarse mensajes por mail que
programaba para cualquier futuro. Además de ayudarlo a organizarse con un
método mucho más fácil que ir llenando el calendario de pendientes, pensaba que
le servirían si quisiera perderse por unos días en la playa, sin que nadie
supiera que estaba lejos, y mandarles saludos envasados a todos los que
pudieran preocuparse.
Ahora, desde hace una
semana, ve aparecer los mensajes con asombro, sobre todo los que van seguidos
de un “no vayas a olvidarte". Ahora que esos mensajes sobran y tiene que
ignorarlos o postergarlos hasta una fecha elegida como quien hace apuestas, hay
muchos que suenan a vacío, mensajes de una urgencia que hoy nadie
reconoce.
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