martes, 17 de noviembre de 2020

Las campanas de la iglesia cerrada siguen sonando puntuales a las ocho. En estos días largos, no es que suenen a iglesia; suenan solo a recuerdo del barrio y de la hora, de lo que tendría que comer aunque sin ganas. 

Camino a la cocina, ve el cielo rojo de un atardecer lento, mucho más smog que nubes. Y se sorprende con una luna nueva casi perdida entre los edificios. Casualidad o no, cantan los pájaros.

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