En el último día del año, cuando lo esperaban los niños y hasta los no tan niños para jugar un rato a los recuerdos, nos desilusionó el organillero que venía todas las tardes, sábado y domingo y los días de semana. No llegó ese 31 de diciembre con las rancheras de siempre y una canción de Violeta Parra apenas distinguible. Quizá porque prefirió entretener a la gente de su barrio, porque lo contrataron para una presentación en línea de tradiciones musicales; quizá porque tenía fiebre. Nunca llegamos a saberlo.
sábado, 2 de enero de 2021
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