sábado, 31 de diciembre de 2016

Un hombre silba en esta misma calle. Silba desde hace días y desde muy temprano un silbido sin ritmo pero entero.

No silba mientras barre ni silba mientras riega, porque nunca lo veo. Silba quizá en un turno de conserje o inválido en un cuarto sin terraza, desde las siete y media a las tres de la tarde. Y silba sin descanso, sin hacer una pausa.


El suyo es un trabajo que no se acaba nunca. 

No hay comentarios: