Vuelve al centro como si fuera
una aventura. Y es aventura y divertida, porque ahora en las veredas puede
comprar de todo; no solo libros pirateados sino también peinetas y cepillos,
tuercas y clavos, pañuelos y bufandas, velas, copias de cuadros
famosos que apenas se distinguen, máscaras de todos los colores, con mariposas
y angelitos para niños, con frases, con banderas. Se emociona al ver que siguen
abiertos los pasajes que se especializan en canastas importadas, zapatillas,
cajas pintadas o bolsas de regalo y cruza de lado a lado la plaza que trataba
de evitar por los predicadores. Después de un jugo fresco de naranja en el café
de siempre frente a la catedral, remata la tarde en el negocio de electrónicos,
donde compra la misma batería de todos los febreros para el reloj que no ha
vuelto a ponerse en casi un año.
domingo, 7 de marzo de 2021
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