domingo, 28 de marzo de 2021


 

La playa está vacía; ni un bote a la distancia en la mañana, nadie corriendo o caminando por la arena, nadie paseando a un perro. De las cabañas, sale humo de asado después de mediodía; salen risas y música de espaldas al oleaje.

Mañana partirán los que están aquí por unos días escapando del gris. La playa está en suspenso con un azul que cambia para nadie.


 

La cordillera, se da cuenta de repente, tiene a las siete y media tonos que van cambiando, capas de rosa y lila con tonos amarillos por el sol que se esconde en otros cerros. Todo en un marco de cinco mil metros de altura y un ancho que desde la ventana no tiene más de tres centímetros.  

domingo, 7 de marzo de 2021

Vuelve al centro como si fuera una aventura. Y es aventura y divertida, porque ahora en las veredas puede comprar de todo; no solo libros pirateados sino también peinetas y cepillos, tuercas y clavos, pañuelos y bufandas, velas, copias de cuadros famosos que apenas se distinguen, máscaras de todos los colores, con mariposas y angelitos para niños, con frases, con banderas. Se emociona al ver que siguen abiertos los pasajes que se especializan en canastas importadas, zapatillas, cajas pintadas o bolsas de regalo y cruza de lado a lado la plaza que trataba de evitar por los predicadores. Después de un jugo fresco de naranja en el café de siempre frente a la catedral, remata la tarde en el negocio de electrónicos, donde compra la misma batería de todos los febreros para el reloj que no ha vuelto a ponerse en casi un año.



 

A falta de aire libre, pasa treinta minutos en la mañana y otros treinta en la tarde en la trotadora, que por suerte alcanzó a comprar antes de que se agotaran. En estos meses, aprendió a medir los pasos y las calorías, a medir lo que llaman “las distancias” aunque no está lejos de nada. Todo eso delante de imágenes fundidas en el televisor, que pueden ser de nubes o paisajes exóticos, de bosques o de olas y que reprograma cada día para sentir que algo cambia.