domingo, 20 de diciembre de 2020

Para alegrar las tardes, sobre todo los sábados ahora, hay cumbias retumbantes; hay alguien que comparte trozos de la Novena, rock del más ochentero y el repartidor trae su música portátil, que lo espera en la vereda.

Cuando empieza a anochecer, hay de lejos un canto indescifrable mitad villancico y mitad góspel −, que no es el coro de otros diciembres con altoparlantes en las plazas. Algo recién creado que va cubriendo el barrio.

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