Como constaba en uno de los costados del ascensor, Héctor Gutiérrez había
ido a revisarlo nueve veces en lo que iba del año, siempre en el mismo día del
mes y a la misma hora. Lo que no se decía es que, a veces, Héctor dejaba
detenido el ascensor entre dos pisos para llorar de aburrimiento.
martes, 14 de agosto de 2018
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