martes, 27 de mayo de 2014

Décimas aéreas

Eso de andar por el aire
no es cosa nada habitual
peces quizá habremos sido
pero pájaros jamás.
Me encuentro
en medio del aire 
y aunque entienda 
la obviedad
siempre me dan tiritones
ante tanta inmensidad,
ante el aire que no es grueso
y las alas del avión,
ante cualquier
movimiento p'al que nadie

me enseñó.

viernes, 23 de mayo de 2014


El hombre que intentó borrarse el cuerpo

Era tanto lo que le dolía casi todo, los hombros para empezar, las rodillas a toda hora, la espalda a partir del mediodía, las caderas cuando no caminaba o caminaba mucho, la cabeza cuando se descuidaba, que Elías decidió borrarse el cuerpo.

Por suerte, a esas alturas de la ciencia, no era imposible hacerlo.   Primero fue a ver médicos de distintas especialidades y distintos hospitales. Siguió con las farmacias, primero las más grandes, de cadena, y luego con las más antiguas donde podía conversar con la farmacéutica, con el dueño o las señoras que atendían, siempre amables y de delantal blanco.  Por último, y aunque no creyera mucho en lo que le ofrecían, con todos los especialistas en medicina china que publicaban anuncios en revistas de salud alternativa, todos los ayurvédicos, yerbateros y profetas que alcanzó a visitar en las ocho semanas que se puso de plazo. 

Poco después de empezar con los primeros calmantes, aparecieron los primeros síntomas de algo que mejoraba. Cuando les fue sumando las yerbas y las pócimas, los cristales de plantas ancestrales, los extractos de alas de mariposas, el alivio fue entero.  Elías pasó así varias semanas: feliz, por primera vez en muchos años de no sentir dolores ni en los hombros ni en la espalda ni menos en las piernas.


Y siguió disfrutando de esa especie de nube, hasta un día.  El día en que sintió que algo le faltaba; algo lento, algo entero y antiguo por debajo del cuello.  

El canto de los pájaros

Tres generaciones de científicos, la última de ellos con los más sofisticados equipos digitales de decodificación y acompañados por voluntarios de todo el mundo que les hacen llegar periódicamente sus grabaciones, llevan más de ochenta años tratando de descifrar el primer canto de los pájaros al amanecer.  

Tres generaciones de los más adelantados científicos y muchos musicólogos han pasado un total de noventa y tres mil cuatrocientas ochenta y cinco horas estudiando desde distintas latitudes y en todas las estaciones del año los primeros gorjeos de la madrugada, al principio con rotundas teorías sobre la comunicación no verbal de especies aladas, marinas y primates; luego con humildad, hasta sorpresa. 

A pesar de tantas noches en blanco y madrugadas, nadie, ni Sclater ni Manson-Bartt ni un famoso actor británico que una vez dijo en su programa semanal que los pájaros cantan para defender su territorio, supo advertir lo que acaba de comprobar un profesor de música de provincia, después de varios meses escuchando a los pájaros desde las cuatro y media y escrutando sus voces.


Su conclusión es clara: los pájaros no se saludan ni se dicen.  Los pájaros, a esa hora, lo que hacen es saludar al día con su canto.  Ni diálogo ni enigma, puro saludo al sol antes de que ilumine y que aparezca.