A la derecha del puente de hierro crudo y duro, hay un sauce al que recién le empiezan a aparecer los brotes de primavera, más verdes que las hojas del verano, más verdes y brillantes.
A la derecha del sauce, un edificio en el que rebota la luz, superficie de vidrio sin matices que no acoge ni encierra.
Si alguien pudiera caminar por lo más alto del puente, a unos treinta metros de la calle, vería claramente la mezcla de cemento, restos de asfalto y piedras en que va creciendo el árbol con sus verdes.
miércoles, 21 de marzo de 2012
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