jueves, 1 de diciembre de 2011

Los escritores

En algún rincón de alguna biblioteca debería haber una crónica o reseña de investigación científica que explique claramente por qué los escritores no hacen daño al planeta ni siquiera con su supuesto no hacer nada. Hablo de los escritores que intervienen o no intervienen en política, pero sobre todo de los que no se pelean a codazos por ningún premio ni escriben artículos en los que destruyen a los más posibles candidatos. Hablo de los escritores que sobre todo escriben; los que contemplan y escriben; los que hacen clases de castellano en las mañanas y escriben en la tarde; los que archivan todo el día y escriben en la noche. Los que no pueden dejar de escribir. Los verdaderos escritores.
De los cuales se podría comentar en la crónica o estudio en cuestión que no solo no le hacen daño a nadie, sino que incluso añaden algo a las avenidas y los parques contemplados por muchos y no vistos. De cómo, en eso que aparentemente no es mucho más que silencio o ensimismamiento, dan una vida distinta a las manzanas. Redondean los troncos. Descubren alegrías y tristezas donde todo se aplana o se silencia. Se ríen reconociendo lo que es grave. Lloran con mucho empeño en las esquinas donde nadie ve nada que merezca tristeza.
No le hacen daño a nadie, ya está visto. Ni al planeta ni a nadie. Y solamente escriben.

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