Como posiblemente lo hayan pensando muchos, hay momentos que querríamos congelados o eternos. El más común de todos, el placer compartido en un suspiro; luego, y en una lista interminable que dejaría pálido a Umberto Eco con sus enumeraciones doctas por encargo, una lista larguísima, que va cambiando por épocas y edades. Para mí uno de ellos es el instante en que me siento, ya sea adentro una mañana de invierno o afuera en un día con un poco de sol y de tibieza en cualquier mes del año, en el café “La biela”, en Buenos Aires, y empiezo a abrir el diario después de haber pedido un café doble y tres medialunas de grasa, nunca menos.
Si tuviera que responder a la manoseada pregunta periodística de cuál me llevaría cuando muera, elegiría seguramente muchos otros: el momento antes de abrir un regalo muy deseado cuando niña; el anterior al primer beso, cuando sientes que todo viene bien y sin dobleces; el que anticipa un encuentro esperado en algún aeropuerto.
El de “La biela” pertenece a una categoría única. Con suerte, habrá un pájaro que cante desde el palo borracho. O mirarás despacio las nubes que se alargan después de un aguacero.
Las mesas, apartadas como deberían estar en todo buen café para dejarte a solas con todos los recuerdos y sin la intromisión insoportable de las conversaciones o de los celulares de los más cercanos. Siempre alguien que te hace imaginar que lleva años sentándose en la misma mesa, encontrándose a charlar con los mismos amigos. Siempre alguna pareja que te intriga saber qué los lleva a estar juntos.
Mientras nadie te grita en el oído, nadie te apura a dejar tu lugar por más tiempo que lleves sin pedir ni siquiera un vaso de agua, el momento se alarga.
Y sabes, y sobre todo quieres, poder llegar de nuevo; poder estar de nuevo mucho antes incluso que el pedido de café y medialunas. Cuando todo sea solo deseo y no más que desea. Sea certeza como antes de un despegue.
Todo vendrá después y está o entero o hecho y esperándote.
jueves, 1 de diciembre de 2011
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1 comentario:
Y las medialunas fresquitas también te estarán esperando cada vez que vuelvas a sentarte en la Biela Tere. Me presento, soy Daisy, alias "Luna". Un gusto conocerte (y ojalá poder hacer comentarios, al fin)
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