Departamento luminoso se arrienda
Cada cinco minutos, a
veces menos, suena la alarma de la entrada al estacionamiento de enfrente, programada
desde el 75 para dejar los subir los autos lentos por la rampa. En el banco de
la esquina de la peatonal hay viejos que se juntan sin ponerse de acuerdo a ver
pasar la gente, voces ansiosas en créole, parejas escondidas en su propia pantalla.
El portero del 1301 conversa con el del 1315, en camiseta todo el día. Alguien
que no se ve sale a media mañana a colgar prendas casi sin forma en la ventana.
Vuelve a sonar la alarma.
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