miércoles, 27 de diciembre de 2017


En las mañanas no hay casi nada más que ruidos y cemento. En pleno mes de julio, no hay pájaros, ni siquiera hay silencio.

Por eso, no queda otra que escuchar a los perros en la tarde: los que se ponen a pelear en las veredas, los que chillan encerrados y celosos, los que algo ladran desde los pocos patios que nos quedan.