Poco
después de levantarse se dio cuenta que ese día iba a llover, por fin iba a
llover. Se notaba en el aire, en el
silencio de los pájaros. Ese día iba a
llover y entonces no importaba que estuviera tan oscuro, que hiciera un frío
tibio y detenido.
Siguió sintiendo lo mismo
hasta mediodía, hasta las tres y las cuatro de la tarde. Cuando dieron las cinco, se dio cuenta que ya
no llovería. El frío se le hizo
insoportable; la oscuridad, espesa; el día, interminable.
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